Desde hace un tiempo resulta difícil separar a Facebook (redes sociales) y la creciente proliferación y debate alrededor de las Fake News, así como la pérdida de ¨inocencia¨ de dicho espacio social digital. A mediados de Marzo, Mark Zuckenberg, se disculpaba por una ¨grave violación a la confianza¨, a la hora de proteger la información de los usuarios, contra empresas o gobiernos para condicionar nuestra opinión pública sobre asuntos de interés colectivo. Sinceramente creo que la disculpa llegó tarde y de mala forma, días después de conocerse el último escándalo conocido, de la mano de la empresa Cambridge Analytica, sobre el uso de los datos de esta red social para intentar influenciar elecciones en diferentes países (entre ellos México).
Lo sucedido con el caso Facebook y el creciente marco de consciencia que se está tejiendo alrededor de la proliferación de Fake News en internet, en especial en las redes sociales, no deja de ser resultado de esa pérdida de ¨inocencia¨ tardía que muchos han tenido que asumir, luego de más de una década de crecimiento exponencial de estos escenarios digitales en nuestro accionar cotidiano.
Siempre que doy una charla sobre el impacto de las redes sociales y la necesidad de ahondar en la construcción de mecanismos que aseguren nuestra ciudadanía en contexto digitales, suelo preguntar a los asistentes si han revisado las políticas de prestación de servicios que Facebook y el resto de soluciones tecnológicas suelen establecer para poder hacer uso de ellos, y para mi asombro, un porcentaje muy bajo de personas suelen indicarme que lo han hecho (incluyéndome).
Nuestra sociedad se acostumbró tan rápido de las redes sociales y a ver con sorpresa y curiosidad los avances digitales, que los debates alrededor de las implicaciones que estas han traído y traerán a nuestras sociedades acontecen de forma tardía. Aunque no por ello hemos dejados de estar expuestos de noticias que nos han alertado sobre los peligros latentes de estos escenarios digitales, bien a la hora de intentarmanipular emociones (2014), como de conservar datos borrados (2011).
La búsqueda de mecanismos que ayuden a ¨mejorar nuestra experiencia¨, en buena parte de las plataformas que hacemos uso a diario, algunas veces han sido tergiversadas y empleadas de forma no ética y nada transparente, al momento de emplearse para fines que nosotros como usuarios no tenemos nada claro y que, en los últimos tiempos, hemos sido testigos.
Más allá de tomar posturas catastrofistas o sencillamente asumir que lo mejor es oponerse a este tipo de medios, necesitamos avanzar en procesos que ayuden a mejorarnos como ciudadanos y profesionales digitales. Sobre todo, necesitamos ser conscientes (en mayúscula) de las implicaciones que traer consigo el estar en internet (con sus cosas buenas y malas). Pero también necesitamos avanzar en una nueva generación de aplicaciones o herramientas que nos ayuden a reconocer posibles contenidos fakes (falsos), y que nos ayuden a asumir una postura ciudadana y profesional más responsable, no solo ante Facebook, sino ante Google y el resto de escenarios digitales que hacen parte de nuestro Ser contemporáneo.
Artículo publicado en Colombia Digital.
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